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¿Fueron los humanos “implantados" en la Tierra?


La novela de J. Nicholas Ciano plantea la enigmática aparición de pruebas irrefutables acerca de presencia extraterrestre en tiempos protohistóricos. La denominada protohistoria es el tiempo inmediato anterior a la historia. Algunos la definen como el momento de la transición entre la prehistoria y la historia del que no se poseen testimonios escritos, pero sí algunas referencias en tradiciones orales.


Desde mediados del siglo XX, en el apogeo de la ciencia ficción denominada “de anticipación”, muchos investigadores pusieron en la mira a antiguas tradiciones que han recogido testimonios de cierta memoria humana acerca de un pasado extraterrestre. ¿Fueron los humanos la consecuencia de un experimento genético extraterrestres? Es un gran enigma. Sin embargo, si hay algo que abunda en los libros sagrados es la referencia permanente a seres provenientes de “afuera” de la Tierra, interviniendo en el desarrollo de los hombres.


La nómina de estas referencias excede el marco de esta nota, pero podríamos mencionar los ejemplos más importantes –o al menos los más conocidos– que pueden dar al lector una pista en dónde buscar. Tal vez el Libro Sagrado más abundante en estas tradiciones es el propio Antiguo Testamento. Veamos este pasaje del Génesis:

“Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas... Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” (Gn. 6:1, 2, 4).


De acuerdo a esta tradición hubo una intervención “directa” de los “hijos de Dios” sobre las “hijas de los hombres”; pero de esta cruza genética surgieron –según la propia Biblia– "los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre". Algunos libros apócrifos, como el Libro de Enoch, señalan que el lugar del descenso fue el Monte Hermón. Leemos en el Libro de Enoch:


«Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas; y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: ‘Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos’... Y eran en total doscientos los que descendieron sobre la cima del monte que llamaron ‘Hermón’, porque sobre él habían jurado y se habían comprometido mutuamente bajo anatema» (Enoc 6:1, 2, 6).


Ambas versiones coinciden. Y en ambos casos desconocemos cuál es el origen de esta tradición. De lo que podemos estar seguros es que es muy anterior a los tiempos en que fue escrito en Antiguo Testamento; de hecho hay razones para pensar que quien escribió los cinco libros del Pentateuco tenía a su vista libros que han desaparecido para siempre. Tal es el caso del “Libro de las Guerras de Jehová” o “El Libro de las Generaciones de Adán”, que son mencionados en el Génesis pero que no han llegado hasta nosotros.


Pero las antiguas tradiciones no solo hablan de la llegada de seres extraterrestres, sino también de sus vehículos. En Oriente se menciona al vimana (en sánscrito विमान vimāna), un mítico vehículo volador hinduista, descrito en la antigua literatura de la India. Se pueden encontrar referencias sobre este artefacto ―incluso su utilización en la guerra― en textos hinduistas antiguos. En tanto que en la tradición hebrea se habla de un misterioso vehículo “celestial” denominado merkavá. Aparece en la Biblia, (Ezequiel 1:4-26), para referirse al carro celestial de Dios, un vehículo de cuatro ruedas conducido por cuatro querubínes, cada uno de ellos tiene cuatro alas y cuatro caras: de un hombre, un león, un buey, y un águila. En el judaísmo medieval, el comienzo del Libro de Ezequiel fue reconocido como el mayor pasaje místico de la Biblia, y sus estudios quedaban en continuo desacuerdo. Hasta el día de hoy se discute qué era, en verdad, un Merkavá, nombre con el que el ejército israelí bautizó a su tanque más poderoso.


Podríamos continuar con los ejemplos, pero cualquiera puede rastrearlos en la web. Ciano sostiene en su novela que gran parte de la tecnología moderna proviene del descubrimiento de “manuales operativos” plantados por una civilización extraterrestre que los dejó “a mano” para que el hombre hiciese uso de ellos en el momento que alcanzara el nivel técnico adecuado. Eso habría ocurrido cerca del final de la Segunda Guerra Mundial. Continuaremos con este tema en próximas entregas.

Imágen: Vimana en pleno vuelo.

 
 
 

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