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La humanidad ya utiliza tecnología extraterrestre.


¿Qué hay allá afuera? Es una pregunta difícil de contestar sin caer en teorías delirantes o lugares comunes. La humanidad se cuestiona su aparente soledad en el universo desde hace mucho tiempo. Se trata de una cuestión compleja que, durante mucho tiempo, constituyó un tabú aplastado debajo de los imperativos religiosos. Sin embargo, algunos audaces plantearon esta posibilidad con singular valentía. Es el caso, por tomar un ejemplo, de Giordano Bruno, astrónomo, filósofo y matemático quemado por hereje en Campo de’ Fiori en el año 1600.


En uno de sus libros, escrito a modo de diálogo socrático, el personaje de Burquio se pregunta: ¿Así, pues, los otros mundos están habitados como éste? La respuesta no resulta tan fácil de comprender en la retórica del siglo XVII, pero en resumen Fracastorio, el personaje interrogado, contesta que innumerables miembros del universo son infinitos, afirmando incluso que pueden llegar a tener igual rostro, aspecto, prerrogativas, fuerzas y efectos que nosotros, los humanos.


Lo cierto es que cuatrocientos años después del martirio de Bruno nunca ha sido tan necesario encontrar una respuesta definitiva a tal interrogante; una respuesta que parece cada vez más cercana.


En los últimos días la agencia espacial norteamericana informó que un grupo de astrónomos había confirmado la presencia de tres exoplanetas orbitando la estrella denominada GJ 357 gracias al uso del telescopio espacial TESS, de la NASA. Uno de ellos se encuentra en la “franja habitable”, de acuerdo con los parámetros humanos. La misma noticia aclaraba que la estrella alrededor de la cual orbita dicho exoplaneta habitable está a 31 años luz de la Tierra, en la constelación de Hydra.

El satélite TESS, que porta un poderoso telescopio fue lanzado el año pasado desde Cabo Cañaveral con la misión de analizar cerca de 20.000 exoplanetas y escudriñar las posibilidades de que en alguno de ellos se den las condiciones necesarias para albergar vida. Investigadores de instituciones científicas y académicas de varios países han analizado los datos facilitados por el TESS y publicaron este lunes (29/07/2019) los resultados de su investigación en la revista Nature Astronomy. Y si bien no es la primera vez que tenemos noticias de exoplanetas habitables cabe esperar que el proyecto TESS dispare el número en la medida que avance en sus investigaciones.


La noticia coincide con una inusual cantidad de datos recogidos en torno a la cuestión del espacio que ya hemos analizado en otras notas, pero que vistos en perspectiva demuestran que algo está pasando. No se trata de teorías conspirativas sino de datos concretos dados a conocer por la prensa seria: Creación de un quinto brazo de las FF.AA. de los Estados Unidos con el objetivo de la Defensa Espacial; blanqueo de filmaciones en donde aviones de caza persiguen objetos voladores que evaden la persecución a velocidades inimaginables; pilotos que ya no callan sus experiencias; el propio presidente Trump asumiendo que confía en el relato de los pilotos etc.


Sin embargo, y tal como lo plantea la trama de Operación Eclipse, la cuestión extraterrestre se mantiene oculta debajo de una inmensa red de inteligencia que parece dirigir el modo y los tiempos en los que finalmente se conozca la verdad. Resulta muy sugerente que de las decenas de miles de documentos revelados por WikyLeaks muy pocos se hayan tomado el trabajo de analizar los cientos y miles de datos que surgen de allí respecto del fenómeno alienígena, incluidos los cables en los que el propio gobierno norteamericano marca la agenda a la entonces candidata demócrata Hilary Clinton. En entrevistas a la prensa, en radio y televisión, Hilary prometió, si fuera elegida presidenta, descubrir y divulgar al público archivos de ovnis previamente clasificados, siempre y cuando eso no perjudicara la seguridad nacional de Estados Unidos. Algo parecido ha comenzado a suceder con el Sr. Trump. Esto demuestra que no se trata de Trump sino de una política de Estado.


Otro dato inexplicable es lo sucedido con las declaraciones del ex Ministro de Defensa de Canadá, Paul Hellyer, quien ha dicho que varios gobiernos, entre los que expresamente cita el suyo, ya han entrado en contacto con extraterrestres. Cualquiera puede acceder a esta información ampliamente difundida con solo buscar el nombre de Hellyer en Google. Incluso a su declaración en el Parlamento canadiense Sin embargo el establishment –incluida la comunidad científica– calla.


En el caso de que el supuesto planteado por Hellyer fuese cierto se abre un abanico de posibilidades cuyo alcance es imposible de mensurar. ¿Por qué se abandonó la carrera espacial durante cincuenta años y ahora se retoma la conquista de la Luna y de Marte simultáneamente por varias potencias (EE.UU., China, Israel) e incluso por consorcios privados? Ya no solo se trata de una presencia humana sino del ingreso a la era de los consorcios espaciales.


En efecto, EE.UU. acaba de regular la explotación minera del espacio del mismo modo que ya lo había hecho Luxemburgo en 2017. La explotación comercial de los metales preciosos contenidos en determinados cuerpos celestes es una industria que lleva varios años en desarrollo, con un buen número de compañías privadas en pleno proceso de investigación tecnológica para lograr sus objetivos. El Reino Unido cuenta con Asteroid Mining Corporation; Japón tiene a ispace; Luxemburgo cuenta con Kleos Space; y los Estados Unidos, con Planetary Resources. Decenas de miles de millones de dólares están capitalizando estos proyectos. ¿Qué ha hecho que, de pronto, esto sucediese? ¿Quién ha dado luz verde? ¿No deberían ser la Naciones Unidas el ámbito de debate del “reparto espacial”? ¿O tal como lo plantea Nicholas Ciano hay algo más arriba que el Consejo de Seguridad de la ONU?


El caso paradigmático parece ser la nueva compañía Space Tango, con sede en Kentucky (EE.UU.), centrada en la investigación y fabricación de equipos para trabajar en condiciones de escasa o nula gravedad. Elon Musk, Director General de Space X y TESLA acaba de anunciar que sus cohetes están en condiciones de transportar equipos de perforación al cinturón de asteroides.


En su novela Operación Eclipse, Nicholas Ciano plantea un interrogante para el que ya existen respuestas; solo que el lector aun no ha unido las partes que llevan al descubrimiento de una realidad que supera ampliamente la ficción: La humanidad ya utiliza tecnología extraterrestre.

 
 
 

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